Nuestros esfuerzos de los meses anteriores han dado fruto y el pasto ecológico está listo.
Desde Lúsera, asomados al valle, se abre ante nuestros ojos el magnífico espectáculo de la pradera de color verde intenso, salpicada de flores de todos los colores y llena de vida: trébol, festuca, esparceta, mielga, «pipirigayo» …
Si te fijas en las cumbres más altas de la sierra, verás que se van tiñendo de amarillo. Es el erizón que empieza a florecer a finales de junio (Echinospartum horridum); nos anuncia que pronto deberemos trasladar el ganado a zonas más altas.
Recordarás que también dedicamos una «fajeta» a la remolacha forrajera, porque resulta que a las vacas les encanta y les proporciona numerosos beneficios nutricionales. Una alimentación tan cuidada tendrá un impacto muy positivo en su apariencia y su bienestar y hará que luzcan realmente preciosas.
Algunas parcelas las hemos enriquecido con fertilizante ecológico y materia orgánica proveniente de nuestro huerto y triturada para aprovechar al máximo sus nutrientes. En esta foto puedes ver la diferencia entre el pasto sin este aporte (derecha) y el que hemos fertilizado, ¡es impresionante!
Mientras en el huerto, todo está a punto para la recolección de las primeras lechugas, rabanitos, acelgas y calabacines